Por: Eduardo Iglesias[1]
Yo todavía vivía en Villaguay
cuando lo conocí, en algún momento del año 1972. Su apellido era Robles, y le
decían “el Canuto”. Es probable que este hombre tuviera alrededor de 60 años
por entonces. Yo había cumplido 19, o estaba por cumplirlos.
Para “el Canuto”, Perón era
“nazi-fascista”, sin vueltas. Tengo bien presente que me dijo: “Uds., los
jóvenes peronistas, no saben, o no quieren enterarse, de que Perón siempre ha
sido fascista, y que nunca dejará de serlo”.
El hombre me hizo unas cuantas preguntas
y otros tantos comentarios por el estilo, pero yo “no aflojé”: le reproduje, lo
mejor que pude, las críticas que mis referentes intelectuales le hacían a la
“izquierda cipaya”.
En realidad, ninguno de los dos
“aflojó”, y así se nos fue la tarde. Recuerdo que en cierto momento me quedé
callado, y entonces, “el Canuto” (que tal vez intuyó que era mi intención
despedirme) se puso a recitarme los versos de un largo poema en homenaje a los
soldados del Ejército Rojo que combatieron, y vencieron, en la batalla de Berlín
(abril/mayo de 1945). Cuando terminó su recitado me aclaró, yo diría que
rebosante de orgullo, que se trataba de un poema escrito por él, unos meses
después de aquella batalla, que puso fin a la Segunda Guerra
Mundial en Europa. Y que él se lo había recitado, en persona, al “camarada
Codovilla”.[5]
Santa Fe, diciembre de 2011.[6]
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Eduardo Iglesias y Raúl Jaluf en El Supremo |
[1] Licenciado en Historia (Universidad
Nacional del Litoral), coautor del libro El
peronismo antes del peronismo. Memoria e historia en los orígenes del peronismo
santafesino (Centro de Publicaciones UNL, Santa Fe, 1997).
[2] La F.O .N.C, fundada en 1936 por gremialistas comunistas,
en el termino de cinco años llegó a ser la segunda organización sindical en
importancia de la Argentina ,
y la más importante de las que conformaban el movimiento gremial comunista. Rubens
Iscaro fue uno de los máximos dirigentes de la Federación , hasta que,
a comienzos del primer gobierno de Perón, la misma fue intervenida y disuelta,
y la representación gremial de los obreros de la construcción le fue otorgada a
la Unión Obrera
de la
Construcción Regional Argentina (un sindicato “paralelo”
organizado en 1944).
[3] Cursé los niveles primario y
secundario en el colegio nacional Martiniano Leguizamón. Cuando cursaba por
segunda vez el cuarto año, una profesora, de cuyo nombre ahora prefiero no
acordarme, me puso como condición para asistir a sus clases que me cortara el
pelo. Entonces, dejé de estudiar.
[4] Si no recuerdo mal, a “el Canuto”
me lo presentó mi amigo Raúl “el Turco” Jaluf, quien también me lo presentó a
“el Chino” Ruiz, un hombre que, además de albañil (y/o pintor), era peronista. A
propósito: fue gracias a “el Turco” que
llegué a conocer lo que conocí del peronismo villaguayense a principios de
los años 70.
[5] Vittorio Codovilla era el máximo
dirigente del Partido Comunista de la Argentina cuando se produjo el advenimiento del
peronismo, y continuó siéndolo hasta 1967.
[6] Escribí una primera versión de
este relato en 1975, a
poco de haberme venido a vivir a la ciudad de Santa Fe. Aquel texto fue
producto de un cierto estado de ánimo, generado por circunstancias propias, así
como por las circunstancias políticas angustiantes que estaba viviendo el país.
Fue escrito a modo de desahogo, a la ligera (y digo más: empleando casi el
doble de los caracteres empleados aquí). Así y todo, si nunca me deshice de él,
no fue sólo por mi hábito de conservar casi todo lo que escribo.
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